Recuerdo con nostalgia mi primer gran torneo. En el año 2002 tuvo
lugar la 23ª edición del Open Internacional de Cullera. Por aquel
entonces se jugaba en uno de los edificios del mercado municipal, a
pie de la montaña, y la sala de juego, amplia y de estilo clásico,
iba perfectamente acorde con la magia que envolvía el evento. Entre
los diez primeros del listado inicial apenas había 2/3 españoles,
mientras que varios rondaban o superaban la franja de 2500 puntos
ELO:
Michael
Oratovsky (2556), Gilberto Hernández (2552), Mihail Marin (2548),
Reynaldo Vera (2533), Salvador Gabriel Del Río (2498), Dimitri
Tyomkin (2482), Juan Manuel Bellón (2441), Bernd Schneider (2424) o
Claudia Amura (2360) son algunos de los grandes jugadores que uno
podía encontrarse por la sala de juego.
Desde
entonces hubo siempre una alta y variada representación de fuertes
titulados en cualquier torneo en el que participara, incluidos los de
ritmo rápido o semirrápido, donde también se podía encontrar
buenas condiciones para los jugadores: cuantiosos premios, aunque
también alguna comida conjunta o cóctel en la ceremonia de
clausura.
No
hace falta decir que una plantilla como esa puede impresionar
enormemente a un niño recién iniciado en el mundo ajedrecístico y,
a mí en concreto, me maravilló e influyó notablemente en mi
desarrollo posterior. Al principio despertó en mí un mayor interés
y, en años venideros, propició una rápida progresión. Me siento
muy afortunado de haber tenido la posibilidad de competir frente a
jugadores de esta talla desde el principio de mi trayectoria.
De
pronto, allá por el año 2008, el panorama general de la Comunidad
Valenciana cambió. Con la crisis económica que afectó a nuestro
país, las instituciones estatales redujeron (las) subvenciones y los
organizadores, sus presupuestos. Las circunstancias exógenas al
ajedrez produjeron una situación propicia para la aparición y
rápida proliferación de los torneos por tramos, donde los
menores premios necesarios y la posibilidad de mayores ingresos por
parte de las inscripciones hicieron más viable su organización.
Además, los jugadores aficionados no tardaron en apreciar las
supuestas ventajas de esta nueva fórmula y se adaptaron rápidamente
a ella. Inicialmente tramos sub 2300 ó sub 2000 y, posteriormente,
sub 1800 ó incluso sub 1600.
Sin
embargo, la crisis ha afectado a todo el país, mientras que ha sido
nuestra zona la que más ha optado por este tipo de formato. Así
cómo se han visto estos torneos por toda la península, la Comunidad
Valenciana ha abusado de dicha fórmula, alcanzando una proporción
aproximada de 9:1 en torneos por tramos en relación a abiertos.
Igual
que en educación con los recortes en años recientes, han sido los
más pequeños los más afectados por esta situación, pues es con
esa edad cuándo más capacidad de aprendizaje tenemos. Hasta donde
me alcanza la memoria, en Valencia siempre ha habido una buena
cantera. Sin embargo, a partir de cierto nivel (2200/2300) los
jugadores en progresión experimentan dificultades para continuar con
su ascenso, principalmente por la falta de torneos fuertes.
Enfrentándose siempre a los mismos jugadores locales limitados por
una franja de ELO es sumamente complicado progresar.
En
otras comunidades punteras, l@s jóvenes han seguido teniendo la
oportunidad de medirse ante jugadores profesionales, lo que supone
una gran ventaja para el desarrollo de un ajedrecista. Sí, uno puede
viajar en busca de torneos de mejores características, aunque
también supone un coste extra y depende de las posibilidades
económicas y de tiempo libre de cada uno.
En
mi opinión, nos hemos acomodado, como le sucede al ser humano en
muchas otras áreas de la vida. No teniendo que enfrentarnos a
jugadores muy superiores, con el aliciente de poder obtener algún
premio en metálico, nuestra vida se torna más fácil. Lo que hemos
olvidado es el interés que suscita una partida en vivo entre dos
grandes maestros, la gratificación que supone preparar y entablar
una partida contra un fuerte jugador y/o, lo más importante, la
importancia de competir contra esta gente para realmente esforzarnos
y progresar. No soy ningún experto en la materia, aunque resulta
coherente pensar que el cerebro humano se desarrolla, a nivel de
capacidad y creatividad, cuando enfrenta un verdadero reto y, en este
aspecto, el ajedrez de nivel (contra rivales, a priori, superiores)
permite mantener la frescura y potenciar la agilidad mental.
Pocos
jugadores por debajo de 2300 obtienen sus únicos ingresos del
ajedrez, más bien los premios de los torneos por tramos suponen una
pequeña satisfacción en forma de sobresueldo. Mientras, los
titulados profesionales ven sus posibilidades económicas
considerablemente mermadas con esta fórmula, muchos de ellos
habiendo dedicado muchas horas de trabajo y esfuerzo al ajedrez. Por
otra parte, considero que muchos de éstos mismos maestros pueden
mejorar su actitud, no exigiendo condiciones determinadas, analizando
las partidas y, en general, agradeciendo la organización de torneos
y mostrando un comportamiento deportivo que sirva de ejemplo a
aficionados de todas las edades. Además, probablemente muchos de
nosotros no hemos reaccionado de la mejor manera posible ante este
nuevo escenario, criticando o quejándonos, en lugar de hacer un
esfuerzo por comprender los verdaderos motivos o ponernos en el lugar
de organizadores y jugadores de menos ELO. En este aspecto, creo
poder afirmar en nombre de la mayor parte de los titulados que hemos
aprendido la lección.
Soy
también consciente, gracias a Vicente Gómez, de las facilidades que
ofrece la FIDE en cuanto a la utilización de estos formatos. Permite
organizar torneos de ritmos más rápidos, lo que supone menos días
y menores presupuestos, con la condición de que los participantes no
sobrepasen una determinada puntuación para poder evaluarlo para ELO
FIDE. Imagino que todo está relacionado con los ingresos que pueda
llegar a tener la federación internacional buscando aumentar el
número global de licencias y confío en que sea algo que mejoren en
los próximos años.
No
quiero que mis palabras se malinterpreten, no es mi intención
condenar estos torneos. Todo lo que sea promover el ajedrez es
constructivo y positivo y considero que este formato ha cumplido un
papel muy importante en esta fase de transición de recursos
limitados, pues ha permitido mantener una oferta aceptable de
torneos. Yo mismo participé recientemente en el torneo de Almansa
sub 2350.
Sin
embargo, ahora que la situación mejora y que los ayuntamientos
están en proceso de sanear o han saneado sus cuentas, vale la pena
preguntarse si es ésta la dirección que queremos mantener para
nuestra afición predilecta y/o si es éste el ejemplo que queremos
transmitir a los más pequeños. En los últimos años se ha
comprobado los muchos beneficios que puede proporcionar en los más
pequeños la práctica de ajedrez y se está implantando como
actividad extraescolar o complementaria en muchos colegios a lo largo
de la península entera. Si la educación es el arma más poderosa
para conseguir una evolución en una sociedad (Nelson Mandela), el
ajedrez es una buena herramienta pedagógica para alcanzar dicho
objetivo, como explica Leontxo García en una entrevista reciente en
un programa de la fundación BBVA. No voy a citar todas las
habilidades mentales que puede potenciar en los más pequeños porque
estoy seguro que las habremos escuchado en más de una ocasión. La
idea general que quiero compartir con todos ustedes es la siguiente:
El
ajedrez tiene buena prensa y una experiencia positiva contrastada
como actividad educativa. Considero que es nuestra oportunidad para
recuperar el apoyo para competiciones en forma de subvenciones por
parte de instituciones estatales o concejales de deporte, considero
que es nuestra responsabilidad, por parte de organizadores y
jugadores, proporcionar el esfuerzo necesario para, todos juntos y
paso a paso, mejorar la calidad de la experiencia ajedrecística en
esta comunidad. De forma que, en cuestión de unos años, podamos
volver a disfrutar de la magia del ajedrez en estado puro y las
futuras generaciones nos estén eternamente agradecidas.
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Estoy 100% de acuerdo con Jaime, al que agradezco que haya tomado la iniciativa con este artículo. En su condición de MI y estando desde hace muchos años entre los jugadores más fuertes de la Comunidad Valenciana, estoy seguro de que tendrá una visión diferente a la mía. No obstante, desde mi posición de mero aficionado, comparto plenamente esa añoranza por los torneos que se celebraban hace años. En particular, recuerdo los fuertes opens de semi-rápidas de Burjassot, Torrente o Manises, y posiblemente alguno más que ahora no recuerdo, en los que teníamos siempre algún visitante ilustre. Para mí era una ilusión que me tocara contra alguno de los fuertes GMs que venían.
ResponderEliminarInteresante articulo y bastante de acuerdo con el mismo.
ResponderEliminarCon dinero cascabeles!
ResponderEliminarel problema es la financiacion de los torneos. Es muy dificil conseguir dinero para el ajedrez y los torneos se ven obligados a autofinanciarse con las cuotas de los participantes. Esto obliga a motivar la participacion del aficionado medio con premios que les hagan acudir. Esta bajada de premios, provoca que a los profesionales no les salgan rentables los gastos de jugarlo.
Finalmente todo va en proporcion. En un torneo cuya inscripcion cuesta 10 € pues no se pueden esperar premios muy jugosos.
Si se hace un torneo de 50 € de inscripcion se pueden asegurar premios jugosos a los primeros clasificados.....la duda es......estan dispuestos aficionados y maestros profesionales a pagar esas inscripciones a torneos?
Recordemos que cuando se hace un torneo, además de premios existen otros gastos, arbitros, etc, costando en la mayoria de las ocasiones dinero al club organizador sin obtener nada a cambio (salvo la satisfaccion personal de promocionar el ajedrez que es por lo que lo realizamos la mayoria), salvo trabajo y en ocasiones críticas.
El problema es que un IRT se autofinancia o se hace a un coste bajo. Y un "Open" decente necesita una subvención exterior. Por eso proliferan IRTs ante la disyuntiva del organizador de eso o nada. Pero el rumbo ha cambiado ya con los últimos torneos.
ResponderEliminarOs dejo una idea a valorar.
Darle o buscarle al organizador el arma (buscarle el dinero por ser claros), y él hará el torneo.
Pues el día que te pares a pensar que se subvenciona torneos por poner extranjeros y no por poner jóvenes o titulados...
ResponderEliminarDigo esto con todo el respeto a la nacionalidad de cada uno, pero considero que se debería subvencionar antes a la juventud o al nivel (alto) de los jugadores y no según dónde nacemos o, peor aún, qué banderita nos pone la ficha de la FIDE.
Em sembla una interessantíssima aportació de Jaume. M'agrada molt que no vulga dogmatitzar: manifesta la seua opinió i a continuació la matitza! Nogesnmenys crec que la visió dels mers "amants platònics" dels escacs, els sub- i sub-sub (una majoria, crec), albira altres territoris. Ens agrada jugar contra els mestres, com Valmaña, però no aspirem a cap diner.
ResponderEliminarSalvador Mañez